Primera entrega 
      La cerámica en el Uruguay: 
 
 
        
          
            
Tomás 
            Cacheiro 
            (10 
            /11/1921 – 12/10/2002) 
  
De las formas 
            que he formado 
            Nunca sabré la verdad 
            Si soy yo el que las crea 
            O es el barro el que las da 
            Tomás Cacheiro 
 
            Tomás Cacheiro es uno de los grandes ceramistas del Uruguay. 
Si uno toma en 
            sus manos una pieza de este creador la sentirá suave, agradable al 
            tacto, asombrosamente liviano, en contradicción con su apariencia 
            pétrea, sus surcos profundos. Las piezas están cubiertas con engobes 
            de colores suaves , desde un rosa terroso a los matices de un 
            violáceo celeste.. 
La forma, la 
            textura, el color, el peso se combinan para sintetizar un mundo 
            animado, humano, vegetal y mineral al mismo tiempo. 
Cacheiro, 
            antes de realizar una pieza de arcilla, la dibujaba con mano maestra 
            hasta sus más ínfimos detalles. Esta forma básica podía ser un 
            cacharro, una vasija, una luna o una piedra. En cada objeto, el 
            artista iba tejiendo sus relieves, añadiendo formitas, bichitos, los 
            niditos de chicharra.   Luego coloreaba con delicados engobes sin 
            dejar rastro alguno de pincelada. Bruñía las superficies que lo 
            permitían. No le interesaba el conocimiento de los esmaltes. Al 
            final el horno eléctrico llevado a temperatura de media 1040º,  
            hacía también su trabajo. 
Estas son 
            parte de las obras que realizó. 
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Josep 
            Collell 
  
Nacido en 
            España, desarrolló una forma particular de trabajo  cerámico en el 
            Uruguay, país al que llegó  en 1950. 
Collel con 
            Alpuy,( integrante del Taller Torres García) había descubierto una 
            forma de aproximarse  a la pintura que aunaba la tradición de la 
            abstracción geométrica europea y una visión primitiva del arte 
            precolombino, síntesis llamada Universalismo Constructivo, por 
            Torres. La que se plasmaba  en una estructura compositiva ortogonal, 
            proporción áurea, sentido plano del color, y una captación del mundo 
            a través de símbolos esquemáticos y de alcance universal. 
Uniendo la 
            cerámica a la influencia del Taller Torres García, surgió el estilo 
            de Collel. 
Junto a Carmen 
            Cano, su esposa, dedicaron muchos años a la docencia en su taller. 
Collell dejó 
            los esmaltes para usar la técnica del engobe que era muy parecida  a 
            la pintura porque se podía diluir el sombreado. Para poder realizar 
            esta técnica debió realizar un trabajo previo con los materiales. Se 
            preocupó de crear una rica paleta de colores que no fuera 
            estridente. 
Su forma de 
            propia de trabajar el engobe bruñido era la siguiente: pintaba la 
            pieza con engobes diluidos después de seca, lijada y sin bizcochear; 
            luego  la engrasaba  y la bruñía para que el color penetrara en el 
            barro y se fijara con el bruñido; por último, la cocinaba  a más de 
            mil grados. Resultado: el color se adhería a la superficie del 
            objeto como si fuera la pared de un fresco. 
Las formas de 
            sus piezas presentan simplicidad, pero fueron muy estudiadas. Las 
            construía con base en planchas, con la ayuda de moldes de cartón que 
            el mismo creaba y preparaba. Estas partes, eran combinadas y pegadas 
            hasta formar la totalidad. 
            Las piezas hechas por Collell, son funcionales y de variado tamaño. 
            Algunas alcanzan los setenta centímetros de altura. Predominan 
            vasijas, cuencos, platos, vasos. Son agradables y cálidas al tacto. 
            El bruñido y la cera les otorgan un brillo tenue, sin estridencias. 
            Con gran luz, matices y contrastes proporcionados  por el juego de 
            tonos y el manejo sabio del color. 
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            MARCO LÓPEZ LOMBA 
            Pionero de la cerámica en Uruguay 
  
Nacido en Francia 
            en 1920, se afincó en Uruguay, junto a su familia, con dos años de 
            edad. 
Ingresó al Círculo 
            de Bellas Artes en 1936, donde en particular apreció la obra de 
            Cúneo y Laborde. En forma paralela asistió a la Escuela de las Artes 
            de la Construcción, en la que aprobó los cursos de tecnología de la 
            construcción y pintura decorativa. Viajó a Buenos Aires, permaneció 
            algún tiempo en el altiplano boliviano, donde fundó un taller de 
            pintura al fresco y realizó un mural de grandes dimensiones. 
            Posteriormente viajó a Perú, al Mato Grosso, Colombia, Ecuador y 
            Europa. Terminó su viaje en París, donde conoció a Le Corbusier. 
A comienzos de 
            1950 se radicó en Montevideo. Su vecino director de la fábrica de 
            cerámicas La Paz, lo invitó a concurrir a ella, lo cual aceptó. 
            Marco se instalaba el día entero a trabajar y en dos años aprendió 
            el oficio de ceramista. 
Junto a su vecino 
            Ariel Rodríguez, daban clases de cerámicas, a un grupo de jóvenes 
            dentro de la fábrica, que al ser  detectado por los patrones, debió  
            ser cerrado. 
Luego se 
            instalaron en forma independiente, sumándose a la sociedad Carlos 
            Páez Vilaró. En 1954 se constituyó el recordado Taller de Artesanos. 
            Por último, quedó solamente López Lomba con su taller, quien nunca 
            dejó de impartir clases y crear como experiencia vital. 
En cuanto a la 
            manera de crear sus piezas, trabajaba básicamente con el torno y 
            sólo en contadas ocasiones con moldes. Aunque él torneaba, trabajaba 
            con un equipo de torneros, como el italiano Constantino Montalvo y 
            los españoles Pascual Freire y Pedro Cean, quienes bajo su dirección 
            se encargaban de la realización o el “levantado” de la pieza, en 
            tanto él se ocupaba de los diseños y las terminaciones. “El alfarero 
            era como un elástico que se metía dentro de la pieza modelando y él, 
            del lado de afuera, le iba diciendo: un poquito más a la derecha, 
            más arriba, más abierto, etcétera. Él diseñaba la pieza, él siempre 
            estaba mirando” Luis Ospitaleche. 
“Nunca hago 
            dibujos previos […]  Por eso improviso en el torno. Al trabajar van 
            surgiendo, por sí solos, la forma, el dibujo, el color y la textura. 
            De este modo, asimismo, la composición sigue una armonía 
            naturalmente continua” palabra de López Lomba 24 de marzo 1961 
            “Marcha” 
Una de  las 
            características más destacadas de López Lomba, ceramista, fue su 
            preocupación  constante por el tratamiento y conocimiento de 
            material cerámico. 
Creaba sus propios 
            esmaltes o modificaba algunos industriales, cubría la pieza con 
            sucesivas capas, para lo cual utilizaba una aspiradora invertida a 
            modo de soplete. 
Los resultados 
            eran únicos e irrepetibles porque en general el orden de las capas 
            era improvisado. 
Primero, le daba  
            óxido de hierro o manganeso transparente y un poquito de arcilla. 
Segunda capa, 
            blanca. Tercera capa rojo otra vez. Cuarta capa, blanco. Quinta, 
            verde y así seis o siete capas. La última generalmente era un óxido. 
A continuación, 
            con un cuchillito de madera hecho por él, empezaba a raspar. Etapa 
            de esgrafiado. 
En total este 
            artista, ponía unos dos milímetros de esmalte, los que no se 
            chorreaban por que eran duros. 
Algunos de los 
            elementos que usaba en el esmaltado  eran el cinc, cuarzo y minio. 
            Si luego de pasar por el horno los esmaltes de la pieza resultaban 
            ásperos, la llevaba nuevamente al horno a mayor temperatura. En 
            ocasiones volvía a esmaltar y esgrafiar el objeto cerámico. A veces 
            horneaba una misma pieza hasta cuatro o cinco veces. 
Murió 
            prematuramente, en 1970. 
  
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PARA SABER 
            MÁS 
  
  El 
            engobe o "ingobbio" es una papilla, normalmente de pasta blanca, 
            coloreada con óxidos o colorantes disueltos en la misma que se 
            aplica a una pieza cuando se encuentra en la fase de dureza de 
            cuero. También existen engobes para aplicarse sobre el bizcochado. 
            En el caso que el engobe y la pasta sobre la que le aplicamos, no 
            tuvieran el mismo coeficiente de dilatación o encogimiento, se 
            producirían descascarillados o grietas tras la primera cocción, por 
            lo tanto debemos tener en cuenta lo siguiente: 
            a) Trataremos de conseguir una buena pasta blanca para engobes. 
            Suele utilizarse la greda. Si la arcilla es poco grasa, el engobe, 
            tras la primera cocción, se descascarilla. Decimos que el engobe es 
            demasiado "grande". Para corregirlo, procederemos a añadir 
            bentonita, o una arcilla más grasa, hasta conseguir un equilibrio 
            perfecto. Por el contrario, si el engobe se agrieta, es a 
            consecuencia que la arcilla es demasiado grasa y tiene un 
            coeficiente de encogimiento o reducción más grande que la pasta de 
            engobe, por lo que tenemos que añadir, a la arcilla, materias 
            desengrasantes, como por ejemplo feldespato chamota de grano fino o 
            creta 
            b) La pasta de engobe debe tener suficiente opacidad para conseguir 
            el color deseado. 
            c) En el caso que posteriormente pongamos una cubierta transparente 
            (barniz), debemos asegurarnos que mantenga una buena tolerancia 
            entre ambos: engobe-barniz. 
            d) Los óxidos o colorantes disueltos, tienen que estar bien 
            incorporados en la pasta de engobe para evitar posteriores 
            disoluciones, en el caso que coloquemos posteriormente una cubierta 
            transparente.
  
            BIZCOCHADO 
  
            Las actividades que los ceramistas ejercen sobre el barro pueden 
            acabar en una operación final consistente en la cocción del barro 
            conformado o continuar actuando sobre el resultado de esta primera 
            cochura con diversas operaciones que modificarán el "bizcocho" 
            producto de la cochura y, en estos casos, la obra se concluirá con 
            la introducción de ésta en horno las veces que sean necesarias para 
            consolidar estas operaciones. 
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