jueves, 21 de agosto de 2014

ELOGIO  DEL  LIBRO

Por: José Manuel Díez


Pertenecemos a una estirpe que --todavía y a pesar de todo-- creemos en las palabras como herramientas de entendimiento.


El libro como causa y consecuencia. El libro como entidad corpórea del pensamiento humano. El libro como arma de construcción masiva. El libro como objeto sencillo y manejable, para profundizar en nuestra complejidad y no dejarnos manejar. El libro como libertad de expresión y como expresión de libertad.
Libros que ya fueron. O, mejor aún, libros que ya nos hicieron ser. Como escribiera el premio Nobel alemán Herman Hesse, "libros que conducen a la vida y la sirven y le son útiles, y ofrecen al lector una chispa de fuerza, un presagio de rejuvenecimiento, un aliento de tiempo no desperdiciado".
Este es el secreto por el que tenemos tantas vidas como libros hayamos leído. Esta es la razón por la que somos tantas personas como personajes de libro hayamos amado. Este es el rasgo común por el que pertenecemos a una estirpe de hombres y mujeres que --todavía y a pesar de todo-- creemos en las palabras como herramientas de entendimiento, de empatía y de construcción de un mundo mejor.
El libro como territorio fértil. El libro como reducto cosmogónico del lenguaje. El libro para escuchar a los muertos y hablar con los no vivos. El libro como espejo donde mirarse y admirarse. El libro que es caja de música y sopa de letras y canto de pájaros interiores. El libro que es suma de hojas y de ojos y de ejes rotatorios de uno mismo. El libro humilde que nivela la cojera de la mesa y nos abanica un día de verano y nos espanta moscas y moscones.
Libros, como escribiera otro premio nobel, el chileno Pablo Neruda, que preservan "las palabras amadas, los vocablos amados- tan hermosas que las quiero poner todas en mis poemas- porque todo está en las palabras- porque una idea entera cambia si una palabra se traslada de sitio- porque son antiquísimas y recientísimas- porque viven en los féretros ocultos y en la flor apenas comenzada".
El oficio de lector supone por tanto un placer maravilloso y una responsabilidad --quizá no consciente--, pues su razón última nos transforma y aspira a una transformación del mundo en nosotros. Por eso no es digno de un buen libro quien no haya salido transformado de su lectura. La Odisea, Los hijos del capitán Grant, La Celestina, El retrato de Dorian Gray, Tom Sayer, Ficciones, El Quijote, Campos de Castilla, Rayuela, Hojas de hierba, El lobo estepario, El viejo y el mar, Platero y yo, La vida es sueño, Dublineses, Hamlet, El rayo que no cesa, En busca del tiempo perdido, Cien años de soledad, Poeta en Nueva York-
¿Me tomaríais por loco si os contara que yo he cabalgado a Rocinante, que yo he fondeado los mares del Sur a bordo del Snark, que he pasado veintiochos años perdido y solo en una isla del trópico, que he despertado una mañana convertido en Cucaracha, he encontrado la perla más grande jamás vista, he bebido con los grandes borrachos y artistas de París, he enfermado de tuberculosis en las cárcel de Alicante, he vivido en un planeta del tamaño de una habitación con baobabs enanos, tres volcanes y una sola flor, he peleado contra un perro de tres cabezas, contra todo el imperio romano, contra los pistoleros más peligrosos del lejano oeste, he besado a Julieta y he besado a Romeo, he descubierto cien tesoros, he viajado al centro de la tierra y a la luna, he nacido más de mil veces y he muerto o me han matado otras mil?
El libro como refugio de la imaginación, como defensa contra la estupidez, como subterfugio contra la televisión, la ignominia y el bostezo. El libro cansado de no abrirse al mundo. El libro cerrado a quien lo denigra. El libro amigo del aire y enemigo del polvo. El libro como puerta y como ventana, como ausencia de fronteras y distancias, como matriz de un mundo posible.
El libro que mi abuelo legó a mi padre y mi padre me legó a mí y yo legaré a mi hijo. El libro del que leemos y el libro que nos lee. El que nos convierte en lectores, el que nos convierte en protagonistas, el que nos convierte, siquiera por un instante, en sabios y en poetas.
El libro que dará sentido a este verano. Ese libro. Siempre ese libro. Justo ese libro. Cerrad este periódico y abrid ese libro. Cerrar ese libro y abrid vuestra imaginación.

Fuente:http://www.elperiodicoextremadura.com/noticias/escenarios/elogio-libro_819589.html