lunes, 18 de marzo de 2013


19 de Marzo
Natalicio de José Pedro Varela

17 años23 años
                                
“No es en los momentos de ostentación y de lujo que debe juzgarse a los hombres.”… “…para conocer el grado de ilustración y de progreso en que se encuentran, es necesario observarlos en su vida normal; en lo que hacen todos los días.”

 Décima Tercera Carta.
Impresiones de viaje en Europa y América 

El martes 19 de marzo se cumplirán 168 años del nacimiento de José Pedro Varela, el reformador de la escuela uruguaya.
A lo largo de su breve existencia, Varela fue un habitante bastante peculiar de la entonces aldeana ciudad de Montevideo, capital de una nación que todavía no había alcanzado el medio siglo de existencia y cuyas ideas rectoras eran puestas en discusión constantemente por la sucesión de revoluciones y crímenes políticos sucedidos casi sin solución de continuidad.
Que en ese estado de cosas un joven planteara temas como el valor de la democracia y como ayuda a ella, la necesidad de generalizar la educación pública extendiéndola a todos los habitantes de la joven república es un hecho notable en cualquier época. Pero a ese aspecto, esencial mas no el único de su obra, también es fundamental recuperar del pensamiento vareliano la ponderación que éste sentía por el papel de la mujer en la sociedad, lejos del papel unidimensional de ama de casa y madre que se le asignaba a éstas en su tiempo. Es por ello que continúa siendo Varela nuestro contemporáneo a pesar del tiempo que nos separa de los años de su existencia física, pues sus ideas lo redimen de la obsolescencia que a tantos eximios pensadores ha cubierto con un piadoso olvido.
Sin ánimo de emprender una relación biográfica, diremos que Varela nació en Montevideo el 19 de marzo de 1845, en el seno de una familia burguesa de ideas liberales, en donde lo intelectual era materia diaria. Fue periodista desde muy joven, lo cual equivale a decir que desde temprano se inició en el ejercicio de la observación y el análisis, aplicando una visión europeizada sobre la vida de la entonces aldeana Montevideo y la campiña oriental, usando a tales efectos el seudónimo Cuasimodo en una revista de novedades literarias
Precisamente, cuando según la costumbre de las familias acomodadas de la época emprendió un viaje a Europa a la edad de 22 años, luego de pasar por España y Francia, cruzó el canal de La Mancha hacia Londres donde finalmente conoció allí al escritor Víctor Hugo, autor de Nuestra Señora de París, obra donde aparece el jorobado cuyo nombre había tomado Varela para rubricar sus notas. Varela se reúne con Hugo en el apartamento donde éste vivía sólo pues había dejado su familia en Bruselas y comparten ambos un breve pero vigoroso diálogo donde discurren temas como la situación política de Europa, el papel de Francia en el mundo, la posición de la “República Oriental” como heraldo de la cultura francesa y al final del encuentro, Hugo le augura a Varela un gran porvenir, y expresa “Cuando vuelva a su país, quiere Ud. decir a sus compatriotas que hago votos porque prosperen en La libertad y porque realicen bien pronto sus vastos destinos.”2
    En palabras de Varela, Hugo le ha “…tratado bien cuando pudo despreciarme y estoy más contento de haber pasado una hora a su lado que de todos los elogios que ha tenido la bondad de prodigarme; elogios que, ¿no es cierto? me han de valer más de una crítica amarga de parte de mis compatriotas.” 3
Llega a Estados Unidos un mes después, en enero de 1867. Es el gran país del norte donde fue presentado al gran reformador Domingo Faustino Sarmiento quien por entonces se hallaba allí en misión diplomática a escasos meses de ser designado presidente de la Argentina, y con quien mantendría amistad hasta el final de sus días.
Sarmiento le vincula con diversos especialistas norteamericanos en temas de educación, quienes sembrarían en Varela la idea de “la importancia de la educación adecuada de todos los miembros de la sociedad, como factor de progreso social y político”. 4
 Es materia de especulación histórica hasta qué punto este viaje de Varela fue iniciático en cuanto a la génesis de su visión sobre asuntos como el papel de la educación como solución nacional, una educación que permitiera dejar atrás definitivamente el ciclo de guerras civiles libradas por los partidos fundacionales (“las guerras son más bien de partido a partido, que de nación a nación” 5 le expresa a Hugo durante la conversación referida) por cuanto ya antes de salir de viaje había expresado Varela ciertas reflexiones al respecto. Pero de lo que no cabe duda es que cuando el 28 de agosto de 1868 vuelve a Montevideo es un Varela distinto el que regresa. Al decir de Tomás de Mattos en el prólogo a la edición 2010 de “Impresiones…” : “será “un hombre convencido de que la educación popular es el principal instrumento de la construcción y del desenvolvimiento de la democracia, y de que él, profundizando en el conocimiento de las nuevas corrientes pedagógicas, puede ser el propulsor protagónico de la fundación de un movimiento colectivo que promueva esa educación popular.” 6
Es por eso que quizás la consecuencia más inesperada de esta travesía, de este conocer sociedades distintas a la propia sea algo para lo que Varela no estaba preparado ni tenía conocimiento alguno en tanto habitante de la sociedad montevideana de mediados del S. XIX.
En sus propias palabras: “La mujer americana es un tipo único, que no tiene ejemplo en el mundo, ni tiene tampoco quien la haya imitado. Casi me animaría a decir que ni los europeos ni los sudamericanos podrán concebir nunca la mujer norteamericana, mientras no venga nunca a E. Unidos.” 7
Y entonces pasa Varela a relatar su experiencia vivida a raíz de una invitación de Sarmiento a la lectura por parte de una dama (“miss Annie E. Dickenson”) en un teatro de Washington.
Describe Varela, en el estilo minucioso en el que ha venido detallando su viaje, la cantidad de asistentes al teatro y luego, las impresiones que la joven lectora causaron en él.
La joven actriz en cuestión, perteneciente al sector moderado del partido Republicano, desarrolló ante un público compuesto en su mayoría por hombres una fuerte argumentación en contra de la candidatura del Gral. Grant, candidato de los Republicanos radicales, realizando entonces fuertes críticas al actual presidente Andrew Johnson, sucesor del asesinado Abraham Lincoln.
La señorita Dickenson (SIC), que además de activista política y temprana feminista era maestra, consideraba que la política anti derechos civiles de Johnson estaba enviando al partido Republicano al desprestigio, condenándolo a la postración al abandonar la senda renovadora por la que Lincoln lo había encaminado.
La oradora se enfrenta por momentos a la desaprobación expresada en voz alta por la tertulia y les responde “Tenéis miedo a vuestros vecinos” … “pero ¡qué importa!” … “vengo del Oeste, donde se ha hablado delante de millones de personas, para que pueda intimidarme la desaprobación del puñado que me está escuchando.” 8
Varela, acostumbrado a las mujeres fuertes de Europa y Sudamérica que “sólo pertenecen al bello sexo por un error de la naturaleza”, pues “por su desprecio por la belleza física, por su despreocupación en el vestir, por su olvido de esas graciosas pequeñeces que tanto atractivo prestan a la mujer, se ve claramente que desfiguran a la naturaleza humana y que son hombres a pesar de su sexo.” 9 se siente disgustado ante la comprobación de que podría estar equivocado ya que Miss Dickenson “en medio de sus serios trabajos políticos, se preocupa y mucho de hacer bien sensibles todos los atractivos físicos con que la naturaleza ha querido dotarla.”
Luego de buscar en vano dentro de las mujeres norteamericanas una que pudiera seguirle dándole sentido al concepto de que “es cierto lo que se había figurado: Esa mujer es un hombre.” 10abandona finalmente esa idea: “he tenido que decir adiós a una idea que había vivido en mí desde la infancia, convenciéndome de que el sentimiento y la inteligencia no se excluyen; de que la gracia y el estudio pueden caminar juntos en medio a las tribulaciones de la vida, y en fin, de que la mujer, con la misma voz con que acaba de pronunciar un discurso político o una disertación científica, puede, algunos instantes después, entonar el arrorró, junto a la cuna de un niño que dormita.” 11
Quizás fue allí, en ese teatro, durante esa velada, donde Varela efectuó un giro determinante gracias a su mentalidad abierta a los pensamientos avanzados de la época, y germinó en él la idea de la igualdad en los derechos de la mujer como complementaria a la de una educación popular y universal en el camino hacia la consagración de una sociedad democrática.
De hecho, luego de reintegrarse a la vida social y política de nuestro país, el 13 de enero del 1869, Varela se convirtió en elprimer hombre uruguayo en defender el derecho al voto femenino durante una conferencia celebrada en el Club Universitario, causando un gran revuelo en la sociedad letrada de la época.
Como escribiría más tarde: “¿No se cree que una gran mayoría de los empleados públicos, de los subalternos al menos, podría tener faldas, sin perjuicio para el buen servicio, y sin peligro para las empleadas, a poco que la mujer recibiese los conocimientos rudimentarios que se necesitan para ser oficinista? Y no se diga, empleando el argumento de los que no tienen razones: ¡Así andaría ello!, porque no faltaría quien contestase, sin ultraje a la verdad: ¡No peor de lo que anda!” 12

NOTAS:
1 a 11VARELAJosé Pedro. Impresiones de viaje en Europa y América. MEC. CETP. San José, 2010.
12: VARELA, José Pedro. Educación Del Pueblo Tomo II, p. 216 y 217, Educación de la mujer.