lunes, 23 de septiembre de 2013

Muerte de Artigas

El 23 de setiembre se cumplen 249 años de la muerte de José Gervasio Artigas.

Lo recordamos a través de algunas obras presentes en nuestra institución.





Eduardo Acevedo, en el capítulo XIX de “José Artigas. Jefe de los Orientales y Protector de los Pueblos Libres.”, trata el tema “Artigas en el Paraguay”. Allí el autor transcribe documentos de Francia, el entonces dictador del Paraguay donde expresa que Artigas llegó “sin más vestuario ni equipaje que una chaqueta colorada y una alforja” (página 827 y siguientes).

Transcribe asimismo lo que expresó Joao Pedro Gay, ·”Artigas tenía sesenta y un años y en la tranquilidad del retiro, se mostró trabajador y humano, cultivó su chacra, fue el padre de los pobres de su distrito y sirvió de ejemplo a todos por su excelente conducta.”

   El general Paz en sus “ Memorias” escribe: “En el año 1846 he conocido al anciano Artigas en el Paraguay, después de 26 años de detención voluntaria o involuntaria, de donde es posible que no salga más. Tiene más de 80 años de edad, pero monta a caballo y goza de tal cual salud”.

En 1840, muere el dictador Francia y Artigas es puesto prisionero. En 1846, lo visitó José María Artigas, su hijo en Paraguay.

Artigas conservó a su lado a un anciano, llamado Lenzina.

Eduardo Acevedo, cita la obra “Artigas y su época” de Maeso, en la que se puede encontrar información levantada entre vecinos antiguos y respetables de la Asunción: “Artigas pidió asilo al dictador Francia, por medio de una carta en que invocaba el propósito de retirarse a la vida privada, desengañado de las traiciones e ingratitudes de que había sido víctima...

Fue confinado al distrito de Curuguatí, donde se dedicó a la agricultura y cría de aves. A la muerte de Francia, lo detuvieron hasta que nombrado López presidente de Paraguay, Artigas fue conducido a las proximidades de Asunción, donde prosiguió sus trabajos de labranza y cría de aves. Artigas falleció casi repentinamente. Su cadáver fue conducido al cementerio por 4 hombres y el negro Martínez, asistente del caudillo. Al pequeño cortejo, incorporárnosle en el cementerio, un hijo del Presidente López y el señor Paz Rodríguez.”

“El Paraguayo Independiente” le dedicó un artículo necrológico, en su número del 28 de setiembre de 1850. Allí, entre otras cosas se lee: ”…ha finalizado sus días el 23 del corriente, a los 30 años cumplidos de haber entrado a la Asunción. Fue dado a la tierra en el cementerio de la Recoleta. Pueden sus amigos y parientes tener consuelo de que nada le faltó y de que sucumbió agobiado por el peso de 90 años, porque es la suerte común. Séale la tierra leve”.

ACEVEDO, Eduardo. José Artigas. Jefe de los Orientales y Protector de los Pueblos Libres. Su obra cívica. Alegato histórico. Tomo III. Montevideo: El Siglo Ilustrado, 1910.






Juan Zorrilla de San Martín en el segundo tomo de su obra “La epopeya de Artigas” se  refiere a “Artigas muerto” en la conferencia número XXVII,.

En la página 428 de esta obra se lee: “El 23 de septiembre de 1850 Artigas murió”.

También se transcribe el acta de defunción: “En esta Parroquia de la Recoleta de la Capital, a 23 de setiembre de 1850, yo, el cura interino de ella, enterré en el tercer sepulcro del lance número 26 del cementerio General, el cadáver de un adulto llamado Don José Artigas, extranjero, que vivía en la comprensión de esta iglesia. En el año 1855, del Presidente de la República General Flores, envió al Presidente del Tribunal Supremo de Justicia, con una comisión respetable de ciudadanos, en busca de Artigas muerto.

Y en el lance número 26 del Cementerio, la silenciosa comitiva se detuvo ante una piedra en que estaba escrito: General don José Artigas, 1850. Y envolvieron  aquellos huesos en la bandera de la Patria y volvieron con ellos a bordo del vapor nacional Uruguay, para guardarlos en el cofre de hierro de nuestros caudales”.

Zorrilla De San Martín, Juan. La epopeya de Artigas. Tomo II. Montevideo: Barreiro y Ramos, 1910.






Washington Reyes Abadie y Vázquez Romero, por su parte, en “Crónica General del Uruguay. Tomo II” (página 419) escriben sobre la muerte del prócer en el capítulo “Artigas en el Paraguay” , donde recogen que el 25 de diciembre de 1820 Francia dispuso que Artigas pasara a residir en el pueblo de San Isidro Labrador de Curuguaty, situado a unos 250 km al Noreste de Asunción, en el centro de una importante zona yerbatera, que se extendía hasta la frontera brasileña. Allí, primero en “una casa con terreno de propiedad del gobierno” y luego en la de la familia Rojas, vivió Artigas, hasta que se instaló en una chacra, a unas diez cuadras del pueblo, donde construyó su propia casa, de 4 habitaciones con ladrillos y adobe, y techo de tejas.

En 1845, su residencia fue en la quinta del Presidente López a 7 km de la capital paraguaya, en el paraje de Ibiray, que hoy comprende el predio de la escuela pública que lleva el nombre del prócer, Joaquín Lencina estaba con él. Recibió varios visitantes: su hijo José María Artigas, el argentino General José María Paz, el médico francés Alfredo Demersay (autor del diseño del rostro de Artigas).

A mediados de setiembre de 1850 el anciano caudillo se sintió enfermo y en las primeras horas del lunes 23, expiró, en la única compañía de su fiel asistente.

Una tradición no confirmada señala que, al amanecer, el noble viejo se irguió en el lecho y exclamó: “¡Mi caballo! ¡Quiero montar mi caballo!”

En el mismo día, en una carreta de bueyes, el cadáver fue transportado al cementerio de la Recoleta, acompañado de Benigno López, hijo menor del Presidente, los vecinos Julián Ayala, Alejandro García y Ramón de la Paz Rodríguez y el fiel asistente Lencina.

W. Reyes Abadie, A. Vázquez Romero. Crónica General del Uruguay. Volumen II. La emancipación. Montevideo: Banda Oriental.





 

En la página 289, Ana Ribeiro, la connotada historiadora artiguista se refiere a la muerte de Artigas de esta manera:

”Iniciada la vida republicana, Rivera aspiró a contar con el retorno de Artigas. En plena Guerra Grande, Oribe y su canciller Villademoros, gobernantes en el Cerito con sede en la villa de la Restauración, se arriesgaron  a incluir su nombre en el eje del nomenclátor de aquella ciudad nueva. Debe admitirse, pues, que no mucho más que eso hicieron los fundadores de los partidos por la memoria de Artigas.

 Éste murió longevo en el Paraguay, en 1850. En cuanto a  Artigas: “Hay proyectos reivindicatorios de Bernardo Berro en 1854, de Venancio Flores que propone la repatriación de los restos en 1854, protestas de Leandro Gómez en 1855 acerca de la ignorancia reinante respecto a Artigas, cuya espada dona en 1856. Ese año, junto con el decreto de honores fúnebres del Gobierno de Pereira, queda definido el texto de la lápida: “Artigas Fundador de la nacionalidad oriental”.

En 1862 se aprueba un proyecto de Tomás Diago que “manda erigir una estatua ecuestre de tamaño natural.

Durante la dictadura de Máximo Santos, se vierten algunos recursos para la erección del monumento, y se define, en 1883, que al pie del mismo se  escribirá solamente “Artigas” y se establece el aniversario de su muerte como feriado nacional.

En 1894 es declarado feriado también el natalicio, transformado por ley en Fiesta Nacional en 1919.

En 1933 fue suprimida esa celebración, y restaurada en 1940, para ser usado como día para la Jura de la Bandera en los Institutos de Enseñanza.

El 28 de febrero de 1923, se inaugura el monumento del escultor Ángelo Zanelli ante la presencia de miles de personas en la Plaza Independencia.

En 1973, el gobierno militar convocó  a un concurso de bocetos para construir un mausoleo en la Plaza Independencia, debajo del monumento ecuestre de Zanelli.

Ana Ribeiro. Los tiempos de Artigas. Tomo 2. Montevideo: Planeta, 2009.